La preparación ante un viaje supone realizar una agenda con contactos, fechas y citas concretadas con anterioridad. Hay que saber qué contactos podrán convertirse en clientes potenciales, a quién hay que darle más prioridad y qué se quiere obtener de cada uno. Sin una agenda dirigida, el viaje no es más que un número interminable de horas pasadas en un país extranjero sin un objetivo.
La preparación y su consecuente resultado (la agenda) son primordiales a la hora de conseguir los objetivos que uno se haya fijado a la hora de internacionalizarse. ¿Te irías a Japón sin ni siquiera haber reservado una habitación de hotel? Pasarías un tiempo precioso buscando un alojamiento mientras podrías estar explorando el milenario país.